Entre hileras dulcificantes, escrutemos los misterios anacrónicos del tiempo, la vida, la luz, Jesucristo en nosotros... pero sobre todo sin él cuando no queremos verle aún sabiendo que está ahí a tu lado a mi lado.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Ya nunca más seré sedah, el Señor Jesús me ha sacado del inframundo en donde estaba. Él me salvo, el me restauro, me ha regalado un nuevo espíritu, me ha regalado nuevas manos, oídos para él, pero sobre todo un nuevo cuerpo espiritual para devolverme a la eternidad de mi Padre Celestial, mi Creador, nuestro Creador.  Ahora comprendo por qué siempre me sentí como Anacrónica, pues estaba en los tiempos perdida siendo insoportablemente inerme a desconocidas reacciones que no podía ver. Ahora sé con hermosa certeza de que mi estado anacrónico no pertenencia a ningún tiempo sino a la hermosa eternidad que me ha concedido mi Señor Todo Poderoso Jesucristo que (“No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades. Sal 103:10) no me ha tratado conforme a mi indiferencia.
Qué Grande es conocerte, reconocerte como único Dios, como el único Dios porque no existe nada superior a Nuestro creador que es el  Todo, el Alfa y el Omega, el principio y el fin.

¡Cuan grande es tu amor! Señor perdóname por toda la ignorancia, perdóname porque aún sabiendo que estabas a mi lado, no quise mirarte muchas veces, seguía insistiendo en cavar mi abismo estrepitoso y no te oía cuando llamabas… _Oh señor! Pero cuando yo te llame cuando te hable reconociéndote a mi lado, yo pude escucharte y más que eso pude sentir como me abrazabas, y siento al escribir esto toda la tristeza que te causaba Señor, me duele inmensamente haberte negado en mi vida, Señor era imposible vivir sin ti en mi vida, porque sólo vivía muriendo como lo escribí muchas veces… Ese día que hable contigo por primera vez, no pude resistirme en mi desespero me sentía al límite y me arrodille y gritaba ¡Dime si existes, dime si existes porque no puedo seguir, no puedo respirar, para qué está vida, para qué porque me sentía en una cárcel teniendo esta vida sin tenerla realmente! Estaba encerrada y no sabía como salir por la muerte nunca fue una salida, sentía que era algo más, que debía haber otra salida. Empece a llorar por primera vez con todo lo que implica desgarrarse desde el interior, entonces te preguntaba por toda esta absurda materialidad que me consumía, y me dolía ver todo lo que hacia las pretensiones de otras personas con respecto a sus vanos reconocimientos.
 Gracias señor, porque aunque no pensaba en terminar con la vida, sin embargo me consumía la conformidad de las demás personas y la mia, por eso e viajaba y no estaba en un lugar solamente aunque me reclamaran y me juzgaran nunca me conforme y eso era también mi carga, yo sentía que mi alma siempre deseaba algo sublime, algo mayor que todo esta falsedad que somos sin ti Señor. Te dije Señor la primera vez sobre algo que había escrito y eran puñaladas a mi corazón, porque supe que desde hacia mucho nada tenía la fuerza suficiente de mantenerme constante, todo me cansaba, hasta las personas que son tan hermosas, cuando tu Señor nos haces esa transfusión de amor puro… es allí Señor cuando ahora por tu Gracia, por ese regalo inmerecido siento que empiezo a amar con vehemencia como tu nos amas, aunque yo sé Señor que faltará mucho para alimentar este amor que siendo el primero debe ser el único, ese amor debe crecer cada día, cada segundo señor, para que así te correspondamos como tu mereces.

Gracias Padre Celestial, por primera sé que es estar feliz, ahora tengo Señor la única certeza real, la certeza sublime que eres tú Señor sobre todas las cosas…

Mi alma te alaba, y agradece estos ojos nuevos que me diste, siempre los pedía muchas en que escribía, pero no sabía cómo obtenerlos, pues pata ti no hay nada imposible nada…

Me diste los ojos que anhelaban mi alma. Qué Grande eres… No me alcanzaría señor nada para agradecerte todo lo real que eres, más real que estas que te escriben hoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Salmo 103

1.Bendice, alma mía, al Señor

y todo mi ser a su santo nombre.

2.Bendice, alma mía, al Señor,

no te olvides de sus favores.



Anacrónica en el Cielo Feliz ahora sí..